La perspectiva entre el patio de flores y el último peldaño de la escalera llamaría indudablemente la atención, no sólo a Vera.También lo haría con cualquiera que en esos momentos se hallase en la casa.
Llegado el momento ambas imágenes podrían fundirse y en medio un rayo luminoso de sol dejando entrever algo especial, algo que no era fácil poder ver con claridad mostrando todo su esplendor.
Los geranios, rosales, jacintos, tendrían un acuerdo unánime por formar parte de aquel suceso, que a cierta hora del día se podía contemplar. Un caleidoscopio. Giraba y giraba esparciendo el perfume, los pétalos, la lluvia de florecillas del jacinto, el encaje rojo de los geranios. Habría que quedarse en silencio, habría que dejarse llevar por los misteriosos instantes que son una ofrenda. Pero hay que observar, observar. Una conjunción perfecta como cuando las estrellas se dan la mano y vemos a Orión. Pero aquí en esta casa, en la tierra. Allá también se puede ver una fila de hormigas que trabajan arduamente. A un ritmo acelerado. Todas a una.
Vera es afortunada.
"Acaso no hay un mar de amor,
en cada mirada, en cada rincón".
Afortunado es quien sabe apreciar los regalos que día a día nos regala la madre Naturaleza amiga. Bello momento para Vera. Besitos!
ResponderEliminarBesitos de vuelta y gracias amiga!
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