lunes, 13 de julio de 2020

La lámpara de lágrimas de cristal


El tintineo provocado por el aire que se colaba por la ventana producía una música agradable. Las lágrimas se juntaban y eso agradaba mucho a cualquiera que se encontrara en esos momentos en la habitación.

También la luz del Sol que se reflejaba en ellas las hacía aún más bellas por los destellos.  

Es fácil poder recordar esa escena, aunque una esté en la playa debajo de un parasol y recreándose la vista en las diminutas olas presurosas a besar los pies para luego retirarse, y volver, y así durante un largo rato. Realmente cada instante permanece en la memoria. Los sueños también permanecen, sobre todo porque quizás el cerebro tenga tanta capacidad para ello que siquiera se podrá saber cuánto.

El mar es un remedio curativo, el olor a salitre, su movimiento ondulante y a veces turbulento, puede ser la salvación de la mente. Dependiendo qué sería salvarse. Hay personas que se han adentrado en el buscando una salida y se han perdido en la profundidad del océano, por propia voluntad.

Ya es tarde noche. La toalla verde se ha quedado empapada de salitre. El cesto de mimbre pesa.
La última guagua ya ha pasado hace más de una hora. Me quedaré tendida sobre la arena negra hasta que salga el sol, pero observando el techo de lágrimas.

"Un brizna hace lagrimear

unos ojos que han visto tanto"



   






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