Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Tú eres

Ella tenía naranjas casi todo el año y las regalaba a cualquier hora; las visitas se marchaban con dos o tres por lo menos. Ella llenaba la mesa de la cocina de toda clase de naranjas y cada uno en su silla sorbía el jugo de cada gajo y al sorber eran  miles de gotitas rebotando dentro de las bocas. Muchas tardes han pasado y aún está allí, en su cama, dormida. Todas las sillas se fueron y la habitación del sueño también. Aún así, la veo dormida, allí y eso pasa, cada vez que tengo en la boca un gajo, de naranja.

16 comentarios:

  1. El texto es toda una sinestesia de gusto y la nostalgia. UN abrazo. Carlos

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  2. Yo también regalo mis naranjas, espero no parecerme a tu personaje nada más que en eso, porque lo otro, ¡lagarto, lagarto!

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  3. Bonito recuerdo el que reflejan tus letras.
    Un abrazo.

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  4. Se asociaron los dos recuerdos y eso queda siempre así.

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  5. Siempre será mientras una naranja destile su jugo en tu memoria... Un abrazo.

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  6. Te felicito por el texto, me he quedado sin palabras, es para leerlo varias veces.
    Yo soy alguien que regala naranjas.
    Un beso grande.

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  7. ¿como quedar indiferente? cada día tus letras están mas vivas,tienes mucha sensibilidad para describir hasta lo mas cotidiano
    abrazos aaaaaasi de grandes

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  8. Graaaacias amigo..
    Otro abrazo aaaaaaaaasi de grandeeee.

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  9. Nada menos que naranjas...!! La fruta de invierno que más me gusta.
    Una preciosa prosa, María. Si bien las naranjas son muy sugerentes, tú las haces poesía con todo su aroma en tus letras.
    Un abrazo.

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