sábado, 21 de diciembre de 2013

Ida y vuelta


Muy bien dijo aquel hombre, y sacando la boina al aire, el Señor Estévez quedó de acuerdo. El carromato llevaba algunas verduras recién apañadas y leche en algunos cántaros. Los largos bigotes danzaban al aire igual que las alas de algunos cuervos, que esperaban en los alambres para lanzarse y picotear todo lo que brillara. Los bigotes y el tricornio y la recia voz pedante, todo el tiempo detrás de la puerta de rejas consintiendo, sí o, no. El chiquillo mayor observa y de reojo mira y en silencio, sentado en lo alto, espera que  continúe el viaje, que por el camino empedrado y lleno de pisadas, de bueyes, llega al mercado de abasto. No ha pasado mucho tiempo desde la larga batalla y los barcos llegan poco a poco y de tarde en tarde, y la comida no es abundante. La señora Delgado amasa el poco trigo en polvo del gofio que dormía en la alacena y poco a poco el agua cae en el cuenco y sonríe porque al mediodía cuando el sol se encuentra muy alto iluminando de blanco cada esquina, ella, sabe que todas las bocas se reunirán alrededor.


17 comentarios:

  1. Bonita escena que parece estar rescatada de alguna ventana abierta.
    Un abrazo.

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  2. Me gusta la imagen del sol del mediodía, es muy bonita. besos.

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  3. María,tus letras son un remanso de paz,o mejor,tu eres la paz
    felices fiestas.que no os falten sonrisas
    un abrazo bien grande.

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  4. Muchas gracias y ahora voy a visitarlos
    Un abrazo!

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  5. María, como siempre es un placer literario acercarse a tu espacio. Lamentablemente mis circunstancias han espaciados estas visitas que espero retomar con la magnanimidad del 2014. Como el título de tu relato así estoy, de ida y de vuelta.
    Mis mejores deseos, cercana isleña, para esta Navidad.
    Un afectuoso abrazo

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    Respuestas
    1. Gracias por tus bellas palabras, Felicidad.
      Otro afectuoso abrazo para ti.

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  6. Las madres son capaces de convertirse en el centro de la familia; siempre me ha parecido algo conmovedor.

    Muchos besos.

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  7. La alegría y satisfacción de sentirse un centro necesario.

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  8. La comida reúne, y despoja el sielncio con el murmullo de los comensales, comentando sus penas o fracasos. Un abrazo. carlos

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