Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

martes, 10 de diciembre de 2013

Unas horas al día


Un enjambre de ojos recorren los adoquines donde se exhiben toda clase de alimentos, los   peces  brillan y  parecen recostados, pero hace rato que han muerto. Las verduras son igual que los broches de las señoras en las solapas;  unas esculpidas de hojas rizadas, otras de color rojo, de color amarillo. Aquella pieza de carne roja cuelga desde hace unas horas y las manos se agitan una detrás de la otra, aguardando en la fila y aquella mujer ríe contenta porque la primera cuchillada hendida en la pieza,  fileteará dos o tres cuartos, los primeros, para ella. También hay flores que parecen  princesas vestidas con sus mejores galas; ocupan todo el frente en la larga pared. Pero no todo son sonrisas, esa mujer, tiene fruncido el ceño y una fina línea dibuja su boca, se curva, y sus pasos son lentos,  tiene rabia en su interior, es la rabia de todos los años vividos, de callar por vergüenza o prejuicio. Un pequeño tiovivo da vueltas y las imágenes parecen moverse alrededor de él; gira el puesto de castañas y   aplauden arropadas en varias filas; giran los cuatro bancos de tablillas donde reposan los señores curioseando la prensa; giran todos los girasoles, todas las lilas, los gladiolos. Hay una fuente y alrededor un lago de cristal donde se sumergen los meteoritos de lluvia salpicando los zapatos que dan pasos apresurados, como si un gran reloj de arena marcara el tiempo y al caer toda la arena, aquellos pasos se detuvieran y se convirtieran en zapatos de sal. El tranvía corroe las vías, pisotea fuerte y dentro hay rostros preocupados que miran el reloj una y otra vez; hay rostros jóvenes con los ojos brillantes; hay cabezas que descansan sobre el cristal, esas no miran el reloj. Los algodones de nubes juguetean y los rayos del sol se cuelan entre ellas y parece que se dan la mano. Las voces se callan, los adoquines descansan, la fuente cesa y el tiovivo espera un nuevo día para hacer girar cada rincón.


30 comentarios:

  1. Parecen escenas de un cinema en movimiento que me lleva a esas calles y a ese tranvìa que tan bien describes.
    Un abrazo en la noche.

    ResponderEliminar
  2. A mí también se me han puesto brillantes los ojos después de leerte.
    Muy hermoso.

    ResponderEliminar
  3. Un placer leerte, habla el sentimiento en ti. Un abrazo grande. feliz semana.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Amapola Azzul.
      Abrazos grandes y feliz semana también para ti

      Eliminar
  4. Bellas imágenes, todo gira como un carrusel de luces y sombras...

    ResponderEliminar
  5. Hola, María.

    Como dices en tu relato no todo son sonrisas... Ha sido un paseo mágico por un tiovivo especial.
    Muy visual y muy bueno.

    Besos, guapa.

    ResponderEliminar
  6. Hola Maria, un gusto volver a visitarte y comprobar que lo sigues haciendo igual de bien que siempre. Hace falta pasion para escribir y trasmitir a los demas tantas emociones. Me encanta visitarte asi que con tu permiso volvere con una mayor frecuencia. Que tengas una bonita semana en la compañia de tus familiares y amigos

    Un abrazo,
    Francisco M.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues muchas gracias Francisco, un placer tu visita y comentario..
      Un abrazo.

      Eliminar
  7. En este relato todo pareciera cobrar vida. No por eso es todo alegre, y creo que la metáfora se explica sola. Felicidades.

    Abrazos.

    ResponderEliminar
  8. Hola María Estévez, buenas tardes,
    tu descripción me ha hecho parte de la escena,
    al comenzar me sentí en una feria, pero luego todo tomó otro color...
    un relato que me enganchó desde el principio.

    Te deseo una bonita tarde
    un beso, un abrazo y mis mejores deseos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tus bellas palabras, Ariel...
      Yo también te deseo una bonita tarde otro beso y otro abrazo y mis mejores deseos para ti.

      Eliminar
  9. Tuve la sensación como si describieras un mercadillo. Son lugares llenos de vida pero solo durante unas horas.
    Saludos, María.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es un mercadillo , cierto.
      Gracias por la visita y seguirme
      Saludos.

      Eliminar
  10. Al tiovivo de ustedes, nosotros le llamamos calesita. Y he dado unas cuantas vueltas, mirando la vida desde algún asiento en forma de animal.
    Que lindo es cuando se cuenta.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  11. El tiovivo de la vida es así, Un abrazo.
    Feliz semana.

    ResponderEliminar
  12. yo percibo un mercadillo en el que se mezclan toda clase de mercancías con el variado colorido que les caracteriza; un mercado al aire libre, con el bullicio natural y el ruido del tranvía...Y también me llega el cansancio, tal vez de una vendedora que soporta, día tras día, una larga jornada de trabajo para ganar unos cuantos euros...

    Un placer leerte, María.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  13. Hola, que tengas un lindo mes Navideño, un gusto pasar por tu genial blog, felicitaciones, te invito de forma cordial a que visites en el blog de Boris Estebitan y que leas un poema escrito por mí titulado “El guerrero Pegaso”, puse mucho de mí en ese poema, feliz finde.

    ResponderEliminar
  14. La estampa de un día. Agite de mercado. DE movilización vehicular, y adentro de los seres, agitándose el talante. UN abrazo. Carlos

    ResponderEliminar
  15. Tantas vidas y tan ignorantes las unas de las otras,girando,girando,como si cada una tuviera un tiovivo particular,deberíamos pararnos y empaparnos de nuestro entorno,solo necesitamos mirar sin prisas.
    gracias María por estos instantes

    ResponderEliminar

Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...