A veces una se queda observando una mesita y encima una escultura. Es curioso porque además de no ser de mucho gusto, siquiera tiene alguna forma definida.
Pero en ese momento suenan teléfonos, y recorren el pasillo varias personas. Cada cual a sus cosas. Intento descifrar el “enigma” que me produce verla. En realidad he estado toda la mañana intentándolo. Podría ser una señora que sostiene un cesto sobre la cabeza; también podría ser que llevase una bandera en representación de algo: el día de la revolución, o también un francon feminista.
Es claro que por mucho que me empeño en saber qué pueda ser no puedo con una mínima certeza siquiera adivinar.
Y es que un escultor cuando tiene la piedra delante seguramente ya sabe qué será.
Como un cocinero con los condimentos. Se afana orgulloso del plato que quiere preparar.
¿Te quedas?-
No, ya salgo-
“Y si me pronuncio
y te digo
que
se me antoja
se
me
antoja”
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