Deje que entre el aire, abra la cancela que en estos tiempos tan secos falta hasta el respirar, dijo el ama, que ya había preparado un caldero de comida, con el moño bien alzado, porque la cocina emitía además de buenos efluvios, unos vapores insoportables que hacían enrojecer su rostro hasta el nivel de un color purpura. Ramón Casanova Hernández siquiera la escuchó porque ya se había ido a las tierras arrastrando los pies mientras intentaba quitar algunos picos de higos chumbos de las manos, que habían sido la cena de la noche anterior. Los comía rebozados en gofio, por eso en la despensa no faltaba nunca: con leche, con higos, con potaje, con azúcar y pasas, bien amasado, o revuelto con el caldo de verduras.
¿Y ya está?
Si, mañana más-
¿Más?
Si, más, más, más….
Me dejó salivando con las ganas de comer
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Saludos cordiales y poéticos
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Pensamientos poéticos y ensoñaciones
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