Algunas personas tienen peceras con peces dentro.
Alguna que otra vez me han dado ganas de cogerlos uno, a uno para liberarlos. Dejarlos en un pequeño lago o un río, no sé quizás me equivoque y no se adapten y mueran. Es curioso de qué modo nos acostumbramos a las jaulas.
Esta noche es sábado y tengo ganas de divertirme.
Creo que me daré una ducha, arreglaré mi pelo.
Maquillaré mi rostro, algo sencillo, pero que quede perfecto, eso me gusta.
Hace un rato unos amigos avisaron mediante whatsapp que me esperan en el lugar de siempre, en casa de Rizo.
Unos días atrás me he tatuado unas alas negras en una nalga, me gusta. Es un tatuaje pequeño.
Me falta coger un abrigo rosa chicle, y un bolso de tela con farolillos dibujados.
La noche está algo húmeda pero eso no impide en absoluto que tome un taxi , siquiera me importa si llueve más tarde, más tarde también sucederán más cosas.
Es un placer inmenso e intenso llegar justo a la hora bruja.
Verlos esperándome. Las bebidas preparadas. El blues resonando en las paredes. De modo que en alusión a los pececillos creo que si, que la próxima vez que tenga la pecera delante mío los cojo uno, por uno y me los llevo en una bolsa con agua y ya veré, el caso es que sean libres.
¿Tienes hambre? Me preguntó Rizo.
Claro que si, pero primero me traes un whisky seco por favor, y cigarrillos.
Y llovió, y mucho.
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