lunes, 19 de octubre de 2020

Blues, infancia y demás

 

No haría falta alguna que, en domingo, tuviese que visitar a una amiga de la infancia, de cuando la niñez era un mundo hermoso dentro de tantos mundos.

Éramos muy felices.Correteando de aquí para allá. Merendando frutos cogidos directamente: una higuera repleta de ricos manjares.

Bebíamos agua de la tajea, un agua limpia y transparente. Y jugábamos a ser mayores; escuchábamos música de mayores y nos hacía serlo aún más. Eran unos guateques que se celebraban en la finca de al lado, de D. Román. Nos escondíamos para ver a los muchachos y muchachas bailar el twist. Y con botellines de fanta naranja y limón. 

Pero no pasó mucho tiempo en que nosotras también empezaríamos a ir a esos guateques. Ya éramos unas lindas muchachitas y acudíamos los domingos por la tarde. La música, los botellines de refrescos, pipas, caramelos... y algún beso en la mejilla. Pero ya a los quince años los besitos eran en la boca, y el cosquilleo en el estómago era demasiado. Hoy en día solemos hablar de aquellos tiempos, reímos a carcajadas por aquellas anécdotas tan divertidas y los comienzos esos de sentir algo más que unas cosquillas.


Por lo tanto quedamos un lunes para tomar algo.

Y claro está fue en casa de Rizo. 


¿Quieres un cigarro?,dijo Matilde. 


Si, claro, le contesté.


¿Y un whisky? volvió a decir.


Por supuesto que si! jajaja... . Me preguntó que de qué me reía y le dije que me había hecho gracia el modo en que había preguntado por la bebida.


De modo que, nos tomamos uno y luego más tarde vendrían unos cuantos más. A ella le gusta seco, como a mí. Sin hielo. 


La madrugada se me antojo un paraíso, no sé algo maravilloso. Sonaba un blues de Gary Moore. 

El piano esa noche se había quedado sin nadie que lo tocara. Pero la música de ambiente estaba estupenda. Tengo que dejar de fumar le dije a Matilde, si pruebo uno ya no puedo parar y mis pulmones van a protestar. Fui un momento al servicio, di un traspiés. Seguramente los amarillitos.

Me refresqué el rostro y el cuello. Ante el espejo estaba yo. El reflejo era mi propio yo, pero del modo en que siempre había deseado: sin barreras,sin tener que dar explicaciones a nadie, libre, totalmente libre y a veces algo salvaje. Alguien tiró de la cadena. ¿eres tú Mati?, no contestó nadie. 


Volví a la mesa y Mati ya había pedido otra copa, y Gary seguía sonando. 


A veces el modo que tengo de ver las cosas resulta algo extraño. Es como si habitara en un planeta diferente. Procuro adaptarme a este. 


Soñé una noche que una hermosa tela de araña cubría todo un bosque para protegerlo de aquellas personas que la única intención era de pisotearlo, de matar a las preciosas criaturas que lo habitaban. 

Dejar basura y más basura. En fin la verdad es que me pareció una idea fantástica lo de cubrirlo para protegerlo. 





Vivo en un ático en unos pequeños apartamentos del sur que no están nada mal. Tengo cerca el mar.


Tienes una carrera en la media, dijo alguien,

¿Qué? contesté.


Anda ven que con saliva se puede arreglar.






 


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