Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

jueves, 15 de octubre de 2020

Blues

 

Aún hace falta el ventilador. Hace calor a pesar de octubre. Mañana me paso por el bar de Rizo. Me apetece tomar unas copas, ver a Telma y Chek cantar blues. 


A veces Chek empieza antes, porque Telma tiene dos trabajos.

Es gratificante verlo . Se escapan de sus labios poesía. Cuando pido la quinta bebida se me emborrona hasta mi pasado. Suelo dejar que todo suceda por sí mismo. 


Llueve fuera. El aroma del diluvio penetra con dedos largos y besa mi rostro. Y Chek sigue haciendo que yo quiera vivir.


Pasados dos días me encierro. Nada me importa más que un blues. Intento componer algunas letras. Pero se me han terminado los cigarrillos, así que salgo a la calle y los busco por donde sea.

También me traigo una botella de whisky. 


Sopla viento del norte. Pero me duermo.


Pienso que algunos sueños se deberían mudar a mi habitación, por unas horas.

4 comentarios:

  1. Oír un blues en el momento adecuado, puede llevarte a la locura.

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  2. El amarillo lo llamo yo, al whisky, y me gusta transportarme con él al delta del Misisipí, y que B.B King se escuche amplio. Lo demás es ganancia, si hay un beso, tras los saxofones, y la batería dando contra el metal, pausada, sus palillos. Un abrazo. carlos

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