Lleva horas observando la lluvia y le gusta como se derrama por los cristales, quizás, buscando entrar y anegar toda la habitación y también a ella. El dolor aumenta y los ojos se vuelven pequeños; enrojecidos; soñolientos. El olor de los desayunos entra por debajo de la puerta. Tostadas con mermelada amarga; café de Alepo recién hecho; un barquillo de crema. Recoge su pelo con la pinza verde de brillantes; regalo en herencia de la bisabuela, además del cofre y el cobertor negro con bordado.El médico había estado con ella unos minutos antes: >>Me alegro mucho, porque las cicatrices de ambas muñecas sanan bien>>. Se quedó todo el día detrás de las cristaleras desando ahora, que ese río entrase y ahogara todo.
Este me ha tocado...
ResponderEliminarBesos.
Gracias , Toro...
EliminarBesos.
Es posible que todo fuera un sueño, quizás un mal sueño, en definitiva.
ResponderEliminarUn abrazo en la tarde.
Gracias siempre Rafael.
EliminarAbrazos en la noche.
Pero no lo ahogará. Besos.
ResponderEliminarBesos de vuelta Amapola Azzul...
EliminarSensible y poético, como siempre, pero esta vez dejas algo a la imaginación del lector en esas cicatrices de las muñecas y el deseo de olvidar todo lo pasado y que la lluvia lo purifique.
ResponderEliminarMe sugiere un episodio de desesperación en el que uno intenta suicidarse cortándose las venas, pero es un relato positivo, en favor de la vida, porque se intenta recuperar y olvidar.
Un abrazo.
Fannyy tus comentarios saben a prosa con ternura, y tienen el aroma de hibiscus.
EliminarUn abrazo.
Un final triste, me encanta como la desarrollaste a la historia, saludos.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, Boris
EliminarSaludos.
Una muy buena forma de escribir relatos con sabor a libro. Tenés talento Aniagua....
ResponderEliminarMuchas gracias, Lao!!
EliminarNo todos los ríos van al mar
ResponderEliminarCierto, Noel...
EliminarEs una escena que me resulta dolorosa, no solo por quien padece ese sufrimiento, sino sobre todo por la inocencia pasiva de la voz narrativa, que constata heridas casi mortales con una frialdad propia de Zola.
ResponderEliminarUn saludo
JM
La verdad es que no sé que contestar, cuando algunos de mis textos recuerdan a esos grandes personajes literarios. En éste caso a Zola.. como tú apuntas. Gracias por tu crítica, me ha gustado.
EliminarUn saludo.