Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

viernes, 8 de octubre de 2021

Tomaron té de jazmín, unas galletas de anís, y un vino dulce.


 Y dime, es que has vuelto porque no te gustaba la vida en Londres, dijo la señora Beduina.- No, realmente no es cierto- Hemos vuelto para unas visitas y algunas compras, replicó Eleonora. (definitivamente ya le había desagradado la pregunta).

Tomaron té de jazmín, unas galletas de anís, y un vino dulce.


Antes de que la señora Beduina volviese a preguntar se adelantó a contestar: la vida en Londres me gusta. Me gustan sus calles, sus parques. Las librerías son maravillosas. Las tiendas de sombreros es lo que más me gusta además eso que ves sobre la mesa es para ti.

-¿Para mí?


Claro, es un sombrero y espero que sea de tu agrado-

Cuando abrió el paquete sus ojos se hicieron dos grandes lunas. La expresión del rostro era digna de ver.


Eleonora se quedó pensando en silencio en Londres. 

Era presidenta de una comunidad, la Urdimbre.

Los más desfavorecidos, los que no tuvieron una oportunidad, quizás porque equivocaron el camino, o por ende se vieron obligados a esas circunstancias. 


Si, claro hablemos, hablemos todo el rato y me alegro mucho que te haya gustado el sombrero... 

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