Era triste verla llorar sentada en la silla, con los brazos apoyados en la mesa. No hubo consuelo para ella mientras duró la explosión de sentimientos que llevaba dentro después de haber sabido que Lucas perdería la memoria y que Inés, ese día, no pudo tragar comida alguna, ni agua. La boca sellada. Los ojos con el iris dormido.
De modo que por mucho que una hubiese ido a por ella y abrazarla y besar sus bellas manos morenas, e intentar que dejase de llorar, habría sido en balde, porque se había hundido en ella un puñal hiriéndola mortalmente, por lo tanto una se limitó a esperar que todo pasara, que el dolor que le había proferido el puñal se esfumara por unas horas, quizás.
Se entiende ese llanto perfectamente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Rafael.
EliminarOtro abrazo.
ella necesitaba llorar y llorar hasta terminar..... amiga Aniagua....
ResponderEliminarGracias amigo Lao...
EliminarBesos.
Que pena.
ResponderEliminarMe conmueve su dolor.
Besos.
Besos que van volando hacia ti, Toro.
EliminarSe diría la calle de los sauces, pero daría igual , el dolor es el mismo.
ResponderEliminarUn saludo
JM
Cierto es Juan.
EliminarSaludos cordiales.
De las peores pruebas que nos pone la vida. Inconsolable.
ResponderEliminarBesitos
Si, amiga mía.
EliminarBesitos.
A prueba de dolor ...un texto con un fondo muy triste, pero muy interesante.
ResponderEliminarBesos
Rosa
Muchas gracias Rosa.
EliminarBesos de vuelta para ti.
Muchas veces llorar es la mejor medicina para aliviar una grande pena. Muy sentimental me ha gustado mucho. Un abrazo, Sotirios.
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