Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

sábado, 4 de octubre de 2014

En la calle de los manzanos


Era triste verla llorar sentada en la silla, con los brazos apoyados en la mesa. No hubo consuelo para ella mientras duró la explosión de sentimientos que llevaba dentro después de haber sabido que Lucas perdería la memoria y que Inés, ese día, no pudo tragar comida alguna, ni agua. La boca sellada. Los ojos con el iris dormido.
De modo que por mucho que una hubiese ido a por ella y abrazarla y besar sus bellas manos morenas, e intentar que dejase de llorar, habría sido en balde, porque se había hundido en ella un puñal hiriéndola mortalmente, por lo tanto una se limitó a esperar que todo pasara, que el dolor que le había proferido el puñal se esfumara  por unas horas, quizás.

13 comentarios:

  1. Se entiende ese llanto perfectamente.
    Un abrazo.

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  2. ella necesitaba llorar y llorar hasta terminar..... amiga Aniagua....

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  3. Que pena.
    Me conmueve su dolor.

    Besos.

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  4. Se diría la calle de los sauces, pero daría igual , el dolor es el mismo.
    Un saludo
    JM

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  5. De las peores pruebas que nos pone la vida. Inconsolable.
    Besitos

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  6. A prueba de dolor ...un texto con un fondo muy triste, pero muy interesante.
    Besos
    Rosa

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  7. Muchas veces llorar es la mejor medicina para aliviar una grande pena. Muy sentimental me ha gustado mucho. Un abrazo, Sotirios.

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