Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

martes, 10 de junio de 2014

El concierto



Donde quiera que hubiera  estado, así como si hubiese sido en un café, o en un cuarto de estudios; en una playa de arena negra; dejándose llevar en lo alto de ese mar de nubes; sea cual fuere el lugar el concierto hubiera sido un éxito, hubiera despertado hasta las mismas ninfas. Fue un éxito, si..., Sorprendente simplicidad, magnánimo halo de luz; un río caudaloso brotó por entre sus labios desde ese interior lleno de juventud, un excelente torrente de voz...¿De dónde había venido?..., pasos aquí y allá, copas en bandejas, risas..., Realmente pareciera el oro, una montaña inmensa de oro, si. Divergía, divergía por entre aquellas columnas, por entre esos espacios, si ese torrente fluía y fluía libre.¿Quién podría ser aquella persona sentada enfrente? cierto que bastaba con saber su nombre, cierto que sólo con advertir como sonreía, como oteaba, atenta, escuchando, de modo que la tía María no apartaba los ojos de ese hermoso jazmín que, justo en el centro, justo ahí dejaba escapar miles de pequeños meteoritos y en cada uno de ellos, se hallaba todo el esplendor de su voz, en cada uno de ellos habían perlas con brillantes.¿De donde había venido?..., todo lo que se podía preguntar estaba ahí dentro, en su pensamiento. Verla era igual que  admirar una pared llena de libros bien apilados, limpios, con las huellas de los dedos en cada hoja al pasar; realmente era igual que coger uno de esos libros y releerlos con inmenso placer, volviendo a descubrir su interior, si eso era ciertamente; la musicalidad de su voz era una historia diferente a medida que pasaban las hojas, a medida que pasaban las horas. Cada cual sorbía algo diferente, cada cual elegía un sitio, otro, y otro; habrían sillas enfundadas en un bello lienzo; habrían mesitas con coquetos asientos alrededor y una lamparilla en el centro, como si una luciérnaga se hubiere posado ahí...,
Una hola, ahora otra, si, eso parecía su voz cuando amenizaba encima de las cabezas y se colaba por entre cada uno de los oídos.¿De dónde había venido?...,Luego todo se plegó, las copas se encontraron vacías con las huella de los dedos alrededor de cada una de ellas; las luces de neón sucumbieron a la de la luz de un luna creciente y una fina lluvia alfombró la calle...,

8 comentarios:

  1. Hasta el relato parece un concierto que se corona con ese final tan lindo.
    Un abrazo en la noche.

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  2. Me has hecho pensar en los éxitos... tanto esfuerzo y después el tiempo acaba con todo.

    Besos.

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  3. Un momento mágico,vivido y descrito con mucho orgullo
    a veces vivimos nuestros sueños en sus sueños
    soñamos nuestras vidas en sus vidas
    un abrazo lleno de cariño ,María

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