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Dejé la cámara en el suelo, preferí no hacer fotos. Cubrí su cuerpo con la cazadora que se anclaba a mi cintura.
Sus grandes ojos verdes me miraban con una belleza indescriptible. La media Luna asomaba tímida.
El bombardeo cesó y cuando volví la cabeza para acomodarlo en mis brazos pude ver las estrellas reflejadas en su pupila, dormida.
Jo.... qué tristeza tan hermosa.
ResponderEliminarBesos.