Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

sábado, 20 de noviembre de 2021

Cuando me morí dulcemente.

 

Ya falta menos, dijo.


El sudor recorría su rostro hasta la comisura de los labios.

Entonces fue cuando los recuerdos se le acercaron con susurros, con una melodía hermosa. Y volvió a cerrar los ojos.

Ahora su pecho calmo. Los latidos del corazón como leves pisadas de aquellos gatitos en el jardín. Y la ventana invitando a la Luna acercarse al rostro.

¿Estará...


No, aún no.


Se vino una niña preciosa con la cara embarrada y una onza de chocolate en sus pequeñas manos. Un sauce, una bicicleta.

Los baifos en el corral mamando. Y mamá besando su carita.

Un suspiro llegó de tierras lejanas y se coló por entre las cortinas y llegó a sus labios.


Y ahora?.


No.


Pero si, ya se había ido. Con la paz que deseó.


María. Año 1988. 






 

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