Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

domingo, 25 de enero de 2015

Punto de vista y realidad



Detrás de la muñeca de trapo se halla  una caja de madera con óleos y algunos pinceles y justo al lado un piano enmudecido desde hace mucho tiempo, tanto, que los acordes ya siquiera suenan si por algún casual alguien se sentara e intentara tocar sus teclas. Seguramente  dejó de sonar un día así como así, pero eso ahora no tiene relevancia alguna, no más que el patio y el jardín, que, claramente se advierte de cómo se ha dejado de la mano de Dios y ahora luce algo descuidado y, el patio, falto de algún adoquín que otro…,
Hubo un tiempo en que los lirios y las rosas y las matas de cilantro nunca faltaban en el  huerto, que más bien pareciera un trozo de cielo, pero la vista se acostumbra a casi todo, y desafortunadamente el jardín ha dejado de ser el cielo y el patio falto de adoquines un camino desdentado, sucio. Como sea que la noche invita disfrutar de las estrellas, de su luz brillante, como sea que el silencio provee deleitarlo  sobremanera, porque sobre todo, a ciertas horas de la madrugada se advierte muy mucho la presencia sutil de las hadas, o de entes luminosos que invaden el espacio, con esa majestuosidad respetable de ellos y todo eso apabulla los sentidos y acapara la atención de cualquiera, siempre, hay algún motivo por el cual se ha dejado de pasar el plumero por los sitios y las cosas, ya sea por desidia, ya sea por querer que el tiempo se encargara de roer. En una esquina de la habitación una torre llena de libros apilados e inclinados y en sus tapas las huellas de las manos que sostuvieron historias, poemas, confesiones; mayestática se  ve en la encimera una pieza de porcelana con el contorno perfecto de una dama de época, en cierto modo podría cobrar vida durante esas horas de la noche, de cuando en cuando, igual que la muñeca a la espera de que todos duerman para por fin poder sentarse en el suelo, y tratar de colocar en su sitio el antebrazo resquebrajado y por el cual habría sentido dolor, cuando la niña tiro de el  sin compasión alguna.
Cabría pensar que alguien ocupa  el lugar donde se hallan el piano, la muñeca de trapo, los oleos y pinceles; naturalmente ha de haber  alguien con la certeza de estar viendo todo eso, incluso las hadas, los entes luminosos, alguien que observa atentamente cada rincón, con sus luces y sus sombras. Antes de que amanezca y cada cual vuelva a su sitio, ya sean hadas, entes, o esa muñeca triste, se debe plagiar la obra, se debe fotografiar hasta las partículas mas diminutas que pululan como mariposas alrededor de los recuerdos, y, cuando amanezca no habría sido en balde todo eso, porque, se habría guardado celosamente la prueba de que existe un lugar en las horas de la madrugada donde paralelamente coexisten el mundo real y el mundo ilusorio…,






12 comentarios:

  1. Hermosos detalles que dejas en tu relato.
    Voy a intentar enviarte este comentario, ya que los últimos que te he dejado me los ha devuelto.
    Un abrazo.

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    1. Caramba Rafael, pues algo pasa con bloger. Ya ha dicho esto también

      Abrazos

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  2. Aquí las hadas y los entes se han suicidado.

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  3. Yo sé que existe ese mundo, y así lo describo en mi novela El sembrador de sueños.
    Eres una artista de la palabra escrita. Tu prosa poética no deja de sorprenderme por más que te lea.
    Besos

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    1. Muy halagador María y más aún venido de ti. Muchas gracias.

      Besos.

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  4. Existe,es esa hora de nadie,claroscuro antes del amanecer,reino de la serena melancolía,
    donde, la nostalgia y la noche,están a punto, de dar paso,al desperezar de la vida.
    abracitos y feliz finde.

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    1. Gracias Ramón. Preciosas palabras. Un te quiero de amistad, amigo


      Feliz finde para ti también

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