miércoles, 21 de enero de 2015

La víspera



Llevo dos días intentando escribir una carta, pero se me hace difícil, no por el estruendo de los obuses al caer, no por el miedo a morir; no sé como deba redactarla sin que pueda disimular el infierno que estoy viviendo. El vodka me hace entrar en calor, me hace sentir bien, aleja detrás de las montañas el fantasma que derriba las vidas en una sola bocanada, pero es circunstancial y cuando abro los ojos sigue ahí, acechante, esperando para devorar cualquier resquicio de vida. Se que nunca regresaré a casa, estoy muy  lejos y es breve  aquí la vida; pensar en llegar al día siguiente es  difícil,  poder volver a ver el sol y esas picudas montañas nevadas: Un milagro. 
Aún conservo  el libro que llevé de casa junto con unas fotos en una bolsa con ataduras de hilo grueso, llevaba pues todo lo que me hubiera ayudado a sobrevivir los días: Un libro de poemas, girasoles en la huerta y junto a ellos, erguidas, espigas de trigo y miles de sonrisas al atardecer en la casa familiar; los rostros que amo circundan el lecho en el que duermo cada noche, siquiera por un rato llegan igual que un laúd de nieve copando el chamizo y con ella, una luz blanca, tornasolada, pienso entonces si es que ha llegado mi hora y sonrío...,
Todas las cabezas están cubiertas por el   shapka, de lo contrario sería dejarse corroer por el gélido aire que baja desde las montañas. Uno piensa a veces que el demonio devora el corazón mientras se duerme por los miles de cuchillos helados que se clavan en el cuerpo, por muy gruesa que fuere la piel que arropa, por mucho que uno intente no pensar en ello se hienden sin piedad anclando sus dedos puntiagudos, se quedan para siempre mortificando, escudriñando. A veces algún campesino se atreve  a salir por la justa necesidad de adentrarse en el bosque por troncos de madera; llevan el miedo en el cuerpo, siempre atentos, con una agudizada mirada se guardan muy mucho de no dejarse la vida en el camino. Dos aldeas del norte fueron arrasadas hace una semana, es horrendo ver semejante barbarie; el olor a sangre abarca un buen tramo, se mezcla con la bocanada de humo de las fogatas. Creo que aquellos días de certidumbre han pasado. La lucha continúa y se que no cejarán en su empeño hasta que todo haya sucumbido y derruido. Dentro de cuatro horas amanecerá, por el momento hay silencio, pero es la muerte...,


16 comentarios:

  1. Eso pasa a diario en muchos lugares...
    Que drama.

    ResponderEliminar
  2. Si, la escena es habitual y lo ha sido.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  3. Me encanta leerte amiga. Besitos

    ResponderEliminar
  4. Duro, intenso y... Como siempre y todo lo que escribes bonito. Un beso

    ResponderEliminar
  5. Hola María.
    Leí una carta escrita en epocas de guerra, donde la incertidumbre reina y la esperanza se aleja. Donde solo se puede pensar y sentir el momento.
    Es magnifica.
    Felicitaciones

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegra mucho que te haya gustado Ricardo. Gracias de veras.

      Saludos cordiales.

      Eliminar
  6. Espectacular,María haces sentir,logras que uno esté en ese lugar,por un instante.
    abrazos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro mucho si así lo has podido sentir, Ramón..
      Abrazos y buen fin de semana

      Eliminar
  7. Transmites la angustia de la guerra de un modo muy vivo, con imágenes muy reales, cómo si vinieran de un testimonio directo. Impresionante.
    Hace algún tiempo que te leo, aunque no siempre me he animado a comentar. Pero tu sensibilidad me ha animado a nominarte para el Premio Excellence. Puedes leerlo aquí:
    http://relatsdearena.blogspot.com.es/2015/01/premio-excellence.html
    Abrazos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Agradezco tus palabras Ana. Eres muy amable. Muchas gracias por tu nominación.

      Abrazos.

      Eliminar

Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...