Detrás
de la muñeca de trapo se halla una caja
de madera con óleos y algunos pinceles y justo al lado un piano enmudecido
desde hace mucho tiempo, tanto, que los acordes ya siquiera suenan si por algún
casual alguien se sentara e intentara tocar sus teclas. Seguramente dejó de sonar un día así como así, pero eso
ahora no tiene relevancia alguna, no más que el patio y el jardín, que,
claramente se advierte de cómo se ha dejado de la mano de Dios y ahora luce
algo descuidado y, el patio, falto de algún adoquín que otro…,
Hubo
un tiempo en que los lirios y las rosas y las matas de cilantro nunca faltaban
en el huerto, que más bien pareciera un
trozo de cielo, pero la vista se acostumbra a casi todo, y desafortunadamente
el jardín ha dejado de ser el cielo y el patio falto de adoquines un camino
desdentado, sucio. Como sea que la noche invita disfrutar de las estrellas, de
su luz brillante, como sea que el silencio provee deleitarlo sobremanera, porque sobre todo, a ciertas
horas de la madrugada se advierte muy mucho la presencia sutil de las hadas, o
de entes luminosos que invaden el espacio, con esa majestuosidad respetable de
ellos y todo eso apabulla los sentidos y acapara la atención de cualquiera,
siempre, hay algún motivo por el cual se ha dejado de pasar el plumero por los
sitios y las cosas, ya sea por desidia, ya sea por querer que el tiempo se
encargara de roer. En una esquina de la habitación una torre llena de libros
apilados e inclinados y en sus tapas las huellas de las manos que sostuvieron
historias, poemas, confesiones; mayestática se
ve en la encimera una pieza de porcelana con el contorno perfecto de una
dama de época, en cierto modo podría cobrar vida durante esas horas de la
noche, de cuando en cuando, igual que la muñeca a la espera de que todos
duerman para por fin poder sentarse en el suelo, y tratar de colocar en su
sitio el antebrazo resquebrajado y por el cual habría sentido dolor, cuando la
niña tiro de el sin compasión alguna.
Cabría
pensar que alguien ocupa el lugar donde
se hallan el piano, la muñeca de trapo, los oleos y pinceles; naturalmente ha
de haber alguien con la certeza de estar
viendo todo eso, incluso las hadas, los entes luminosos, alguien que observa
atentamente cada rincón, con sus luces y sus sombras. Antes de que amanezca y
cada cual vuelva a su sitio, ya sean hadas, entes, o esa muñeca triste, se debe
plagiar la obra, se debe fotografiar hasta las partículas mas diminutas que
pululan como mariposas alrededor de los recuerdos, y, cuando amanezca no habría
sido en balde todo eso, porque, se habría guardado celosamente la prueba de que
existe un lugar en las horas de la madrugada donde paralelamente coexisten el
mundo real y el mundo ilusorio…,
Hermosos detalles que dejas en tu relato.
ResponderEliminarVoy a intentar enviarte este comentario, ya que los últimos que te he dejado me los ha devuelto.
Un abrazo.
Caramba Rafael, pues algo pasa con bloger. Ya ha dicho esto también
EliminarAbrazos
Aquí las hadas y los entes se han suicidado.
ResponderEliminarPunto de vista, Toro, punto de vista...
EliminarPrecioso relato. Un beso
ResponderEliminarGracias me alegra que te haya gustado
EliminarBesos.
Que bonito el relato
ResponderEliminarSaludos
Gracias Kristalle.
EliminarSaludos cordiales
Yo sé que existe ese mundo, y así lo describo en mi novela El sembrador de sueños.
ResponderEliminarEres una artista de la palabra escrita. Tu prosa poética no deja de sorprenderme por más que te lea.
Besos
Muy halagador María y más aún venido de ti. Muchas gracias.
EliminarBesos.
Existe,es esa hora de nadie,claroscuro antes del amanecer,reino de la serena melancolía,
ResponderEliminardonde, la nostalgia y la noche,están a punto, de dar paso,al desperezar de la vida.
abracitos y feliz finde.
Gracias Ramón. Preciosas palabras. Un te quiero de amistad, amigo
EliminarFeliz finde para ti también