Verlo
venir, rimbombante, calle abajo, sin perder la prestancia que le caracteriza,
verlo venir de ese modo no haría que fuese desapercibido ante los demás. Sería
igual que un río desbordado, un piélago caudaloso repleto de toda clase de
criaturas. De modo que él pensó que esa mañana era maravillosa y sonrió por
ello.
Realmente
ese cardumen de peces dentro agitaba su corazón de un modo irrefrenable;
un ejercito de hermosos caballos
trotando pareciera bajando la calle, oteando; con la misma sonrisa de un niño,
con esa sonrisa que se le ponen a los niños cuando se les da una pirueta.
Luego: feliz, feliz, feliz…,
Entraría
en la sombrerería y señalaría con un solo dedo: Un jipijapa en su cabeza…,
Entraría
en aquella heladería: Una copa cremosa de arándanos y nata…,
Qué
hermoso sería surcar un cielo en verano; divisar gaviotas, divisar prados y
pequeñas casas con terrados, se dijo. Verlo venir, rimbombante, calle abajo,
feliz, feliz, feliz…,
Verlo así sería ya algo maravilloso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cierto Rafael. (Gracias por venir)
EliminarUn abrazo.
Sería tan bonito poder desmontar la realidad y crear otra...
ResponderEliminarBesos.
Algo mágico, si.
EliminarBesos, Toro.
Sí que sería bonito, pero también estaría de perlas que llegara por sorpresa.
ResponderEliminarUn saludo
JM
A eso me refería...
ResponderEliminarSaludos y gracias, Juan.
Maravilloso encuentro,....
ResponderEliminarBesos.
Gracias Anónimo,....
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