domingo, 11 de mayo de 2014
Despedirse
Ahí estaba, con un placer inmenso en su rostro. La muchacha permitiría ahora que alguna lágrima se escapara; permitiría que descolgaran el lienzo de un caballero que había permanecido expuesto desde cierta altura. Sin duda un gesto significativo de amor por parte de la señora que ahora exponía su cuerpo tan plácidamente dormido.
Sin duda alguna habría permanecido durante años allí, en la pared. Ahora habría que bajar el gran lienzo sepia, seguramente se iría junto con algunas ropas, junto con aquella enorme alfombra persa repleta de miles de pasos. ¿Alguien quiere café?...Susurros, susurros...
El rodete había desaparecido de su cabeza y el negro azabache del lacio y largo pelo, se extendía sobre el almohadón. Entonces la muchacha recordó haberla visto más de una vez reconstruyendo aquel perfecto rodete, todas las mañanas de todos los días, y sonrió...
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Ballade pour Sophie
Ballade pour Sophie
Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...
Si sonríes es que es un buen recuerdo.
ResponderEliminarBesos.
Es cierto, así es, Toro
EliminarBesos.
Una lágrima de luz...
ResponderEliminarUn abrazo.
Otro para ti,
EliminarLos recuerdos... que grande albergarlos. La memoria, cuán mortal se puede convertir.
ResponderEliminarBesitos.
Gracias por tu visita y comentario Ricardo...
EliminarBesitos.