jueves, 18 de agosto de 2022

África fue como un sueño, pero maldito…

 



Después de que sufriera la picadura de la serpiente encendió un cigarro, y supo que iba a morir. Se alojaba en una casa bonita, quizás algo más lujosa que las que habían alrededor. Acostumbraba a andar con los pies desnudos, con una blusa sin botones y un roído pantalón de manchas oscuras…

Ese día el desayuno se compuso de leche de camella, de albóndigas de pollo, y un poco de queso duro y ácido. Vivió en la aldea veinte años, de los cuales, cinco, estuvo grave a causa de la mordida de un león o leona, nunca lo supo. Celebró muchas navidades con sus amistades, y con una tía loca que visitaba el continente cada vez que se acordaba.

Pero la vida y las circunstancias hicieron que terminara de ese modo. Con el vómito anegando su pecho, con las manos frías, con los ojos de demonio maldiciendo a semejante mala suerte y cabronada.

Ha vuelto de regreso a su tierra, pero ahora es ceniza…



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