viernes, 19 de junio de 2020

Días



A mamá le gustaba por navidad hacer rosquetes. Nunca supe si era feliz en la cocina: harina, huevos, raspaduras de limón. Almibarados rosquetes dentro de una gran cacerola, que más tarde se vaciaban en una gran bandeja blanca ribeteada de ocres líneas. 

Qué pelo más bonito tenía, acharolado con una cinta alrededor que terminaba con un lazo detrás de la cabeza. Nunca supe si en algún momento lloraría a solas, cuando nosotros los hermanos jugábamos felices en el patio de balaustres con geranios rojos y rosas, y blancos.
La miraba y me parecía una diosa, bella, morenita, serena, y sonriente. Nunca perdió la sonrisa, aún la lleva, con los años puestos que ya son muchos, con las manos preciosas, finas y pliegues de miles de arruguitas, que son como aquellos rosquetes almibarados.

Nunca supe cómo pudo trabajar chiquita en los grandes bancales de tomates, con una sombrera que se posaba sobre sus hombros niños, no supe cómo sobrevivió a una guerra que azotó, mató y asedió. Solo se que tuvo hambre, mucha hambre. Que durmió en colchones de paja, pero era niña, tan bonita, tan risueña. Aquella guerra era un juego a perderse entre cañaverales, a esconderse detrás de la casita de piedras. 

A mamá le gustaba bordar, y los potajes y las natillas se repartían en la mesa, que siempre llevaba hule. Ella es mi vida, el ser más bondadoso de la tierra.

No puedo contener las lágrimas mientras escribo, es imposible. Hoy me dijo que estaba bien, descansando, no sin antes la tarea de la sopa de letras. Si supiera cuánto la amo.

Me palpita el alma mía, tormentosa alma. Qué modo de  fustigar tienen las palabras que no puedo expresar en mi pecho.

La verdad que no encuentro, el dolor escondido que tengo detrás de las carcajadas...




2 comentarios:

Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...