miércoles, 20 de noviembre de 2013

Una casa con escalinata

Cada habitación daba al patio. La cocina también.El patio parecía un huerto de amapolas o de hojas verdes, o una lluvia de jazmines alfombrandolo todo. Antonio pasaba la mayor parte del tiempo, o, mejor, de su vida, solo. La casa la habitaban unas siete u ocho personas, pero a él el silencio y la angustia lo rodeaban cada día, cada noche hasta que se fue.  Se paseaba, se mecía,  desde la habitación con la puerta verde, hasta el final de la escalinata y rodeaba todo el cimiento que formaban los muros y se recostaba detrás, al lado de las tuneras. Por un ventanuco lo observaba la esposa y le invitaba a la merienda y aparentemente regresaba, pero se quedaba allí, horas. Dormía con los ojos abiertos, con las pesadillas, con todos los horrores , y un martillo  golpeaba su cabeza y un llanto que a veces se convertía en un lago, inundaba sus pulmones, y ahogaba sus días. Todo terminó, la casa se fue y ahora queda su rostro sepia, joven, en un retrato, en la pared de otra casa.

20 comentarios:

  1. Ojalá haya encontrado sosiego.
    Besitos amore

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  2. Precisa y preciosa fotografía del tiempo en color sepia.
    Un beso.

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  3. Ufff, impactante relato.
    Parece que estoy allí¡
    Un beso,

    Enhorabuena. Feliz semana.
    Un abrazo.

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  4. Lo cuentas como la imagen viva del remordimiento. Quizá haya descansado.

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  5. ¿en un cuadro? ¿se sentirá bien?

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    Respuestas
    1. Si Lao hoy es serena quietud en un cuadro sepia.y deseo que descanse tranquilo.
      Un beso,

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  6. Curioso que fuera la casa la que al final se marchara, me gustó el detalle.

    Abrazos.

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  7. Creo que quien más, quien menos, tenemos un retrato en sepia: yo tengo dos, mis padres; y uno en color, mi hermano.
    Las casa se van (hermosa metáfora), pero el recuerdo de nuestros seres queridos jamás nos dejarán.
    Conmovedor relato, María.
    Un abrazo

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