Siento igual que tú cuando me acaricias y saboreas la boquilla; tu cabeza ladeada y tus ojos cerrados y entonces percibo la calidez de las notas que salen libres. Me siento otro karma cuando me quedo contigo, a solas. Humedeces los labios, respiras hondo y te llevas el cielo lleno de acordes, de esos acordes tuyos, que también son los míos. Tu espalda ligeramente encorvada se acomoda y un soliloquio envuelve con mimo las letras lastimeras. Esos dedos me recorren como dulces besos, ésta noche, en San Francisco.
¡bien por el Saxófono Aniagua! ¡un vínculo amoroso con el instrumentista!!!
ResponderEliminarGracias Lao!!
EliminarDeberías quedarte allí.
ResponderEliminarParece que se está muy bien.
Besos.
Creo que si...
EliminarBesos.
Pareces conocer perfectamente los sentimientos de un saxofón. Precioso relato dónde te pones en la piel de un instrumento musical y le das vida propia. Un beso
ResponderEliminarPues muchísimas gracias Beatriz
ResponderEliminarUn beso.
Tan sensual el saxo como tus letras. Me encanta.
ResponderEliminarBesitos
Gracias bella amiga
EliminarBesitos
Aniagua, una deliciosa melodía en una sugerente ciudad, San Francisco.
ResponderEliminarDisfruto con tu escritura
Me alegra enormemente...
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