Cae la tarde, a contra luz aún se ve el ocre del sol que desaparece para dejarse caer al otro lado del mundo. El quicio de la ventana me ofrece una mano y apoyo mi brazo; el drago se yergue igual que una pirámide, permanece estático envuelto en anillos que el tiempo talla, y que revela que ha observado casi todas las estrellas y casi todos los amaneceres. Sus finas hojas se bambolean y parecen miles de aplausos; el susurro del aire penetra en un vórtice turbulento acariciando la bella escultura. Dos gatos se pasean en la yerba en un sonoro ronroneo, terminan alejándose cuando comprueban que la cena no está en ese lugar.
Una fina capa de lluvia esparce gotas de ámbar y en cada una de ellas, todas las lágrimas que tiene el cielo. Rezuma el almizcle de las rosas, de los lirios y poco a poco avanza la oscuridad y se recuesta sobre el inmenso piélago de estrellas.
Un portazo espanta algunos mirlos que hubieran pasado la madrugada en la copa del drago y ese mismo estruendo retumba en mi cabeza igual que una daga cuando se clava en el corazón, y vuelve entonces la escena que me hace agonizar una muerte lenta de sentimientos. El monstruo negro abre sus fauces y vomita todo lo que temo, lo que inquieta mis largas horas de hastío, de soledad. Es una muerte lenta que traspasa mi pecho miles de lanzas frías como carámbanos.
El monstruo negro es muy difícil de vencer.
ResponderEliminarPero no imposible.
Besos.
Gracias, Toro
EliminarBesos.
Precioso, enhorabuena, que bonitas letras¡¡
ResponderEliminarBeso .
Luce la luz del sol en tus letras. Abrazo.
Hay vida en ti, enhorabuena.
Gracias eres muy amable,
EliminarAbrazos!
Me he quedado como Domingo: ensimismada en el quicio de la ventana mirando al drago.
ResponderEliminar*Cierro la boca* :)
Jeje te acordaste? Tú eras la prota de aquella historia,jeje
ResponderEliminarUn besote enormem, chiquilla!!
Muy bien contada esa agonía lenta de horas eternas y solitarias.
ResponderEliminarDoble de abrazos.
Muchas gracias, muy agradecida
EliminarAbrazos dobles igualmente
Bienvenido, negro monstruo, ¿de qué quieres que hablemos?
ResponderEliminarAbracitos
Ah si yo pudiese...
EliminarAbracitos
Aniagua, ¡ah nuestro drago! que dispone de todo el tiempo del mundo para contemplar y ser testigo de centenarias historias.
ResponderEliminarSé que me repito pero estoy disfrutando de una excelente tarde le lectura
Y yo también me repito, pues es un gran honor que me visites y encima , que te guste lo que lees en mi blog
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