Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

viernes, 11 de marzo de 2022

La mala educación.

 


Hay personas que utilizan un tono enfático cada vez que dicen esto o aquello (con seguridad!), lo malo de todo esto es que equivocan la expresión, que como ya saben no es una crítica, ni tampoco se trata de juzgar, ni de denigrar, ni de acosar, por favor! Qué atrocidad! O, qué soberbia envenenada. Y es que es de inteligentes el saber estar, es de inteligentes por ejemplo en una empresa saber llevar a sus trabajadores, hace equipo, ¿verdad?. Hay que tener audacia, equidad, y no menospreciar a ninguna persona por su manera de trabajar, o de alcanzar las metas que se hayan marcado, no pisotear su autoestima, y muchos menos agravar la situación de tal manera que ese “equipo” nunca forme una piña, porque en realidad es inviable, porque la mala educación es en mi opinión el gran anticristo de la sociedad. Dejemos ahora a don diablo por un rato que no es el caso.

Hay personas que por el mero hecho de lograr cargos de alto nivel, ya sea en lo público, como en lo privado, ya sea el médico jefe del área de tal o cual, o el presidente de un gran gobierno. Aummmm ya sea un directivo, que calza un cuarenta y cinco, y que un día le regalan un despacho para su contento, por haber sido destituido de su anterior puesto, que casi siempre se consigue con muchísimos halagos, y burdas verborreas, pues resulta que ahora tiene un despachito y tiene a su cargo un pequeño grupo de trabajadores. Y cómo se le ensancha el alma!! cómo disfruta mirando por el ventanal a la calle transitada de pasos aquí y allá,y cómo se alegra que los rayos del sol entren por ella y acaricien su rostro.. oh¡ qué magnificencia, piensa, mientras se acomoda en sus aposentos, pero no donde moraban Pedro y Jacobo, no es su aposento, donde un cómodo sillón espera su trasero, que, más bien es bastante amplio, por cierto.



Pero he aquí, que igual que las moscas a la miel los pobres trabajadores, algunos, con poca dignidad y aprecio por la vida y por la cosas y por la causa deciden vestirse de gala y tocar con sus nudillos artríticos la puerta del mencionado caballero para darle la bienvenida claro está!.. pero en su afán de seguir siendo protegidos y a sabiendas de que, por su actitud y contemplación y modo de ver las cosas no se percatan en absoluto de que hay otro grupo restante de compañeros salgan perjudicados, no por no vestirse de gala para recibimiento, no, no, es porque inmediatamente pasan a formar el segundo lugar del “equipo” que lo pongo entrecomillado , pues resulta que cuando digo eso de pasar a un segundo plano no es por el protagonismo, no no no, ojalá y fuese solo eso; saben lo que es señores y señoras? : es el peso, que no el paso, de más trabajo o trabajo mal repartido, eso justo es! El trabajo mal repartido!. ¿Y cómo se forma equipo así?, pues nunca, nunca, jamás. Porque las personas tienen dignidad o eso es lo que deberían de tener en todo el sentido de la palabra, si,, dignidad. Pero ay señor, resulta que la vanidad no se lleva muy bien con la dignidad, y con la adulación, menos. “Yo quiero un puesto con más nivel y el nuevo jefe me lo dará. Yo quiero comprarme ese coche tan bonito y grande y si le llevo hasta el café al gran jefe, seguro que tendré recompensa. Yo quiero comprarme esos zapatos tan caros, ya veré como le entro al jefe. “

Pero sucede que, esas personas que tienen dignidad y que le sale hasta por las orejas y que también llevan largo tiempo haciendo informes, gestionando esto y aquello, porque en su día prometieron lealtad a la “causa” un día van y se cansan, si, si así de llano, se cansan, mucho, se cansan de hacer girar la rueca, de hacer girar el molino, y ya les importa muy poco si el pozo se llena de agua en diez minutos que en quince. Pero ahí no queda la cosa : resulta que el gran jefe decide una mañana soleada de primavera darle más trabajo al pobre ciudadano leal, que lleva huellas de todos lo años benditos de trabajo por todo su cuerpito y eso duele eh!

Duele mucho para que ahora venga un marimandón de pacotilla a decirle cómo tiene que agarrar las riendas de su humilde puesto de trabajo, que con tanta ilusión y afán ha defendido, ay ay,!

De ninguna manera va a consentir eso, porque a esa persona sacrificadita por su empresa le importa bien poco si puede o no comprarse un nuevo automóvil, o le importa bien poco si no usa corbata o no tiene presupuesto para tener una diferente cada día de la bendita semana. Esa persona lo que quiere es que le dejen en paz en su acogedora sillita, que tanto le ha partido la espalda y su preciosa mesita y demás enseres, lo que realmente quiere es pasar casi desapercibido, si, si invisible, casi.

Y de repente, zas! El susodicho le lanza que tiene que trabajar en algunas otras cosas, que además no son de su competencia, y qué creen ustedes que pasó? . Pasó que se enfadó mucho la amorfa persona mal educada que ejerce de gran jefe, se enfadó mucho y como no tiene idea alguna de dirigir un equipo como tiene que ser, como no tiene idea de equidad y de lo justo, y como no sabe siquiera hablar con cierta agudeza y énfasis, de modo que cada cual sepa el trabajo que ha de hacer, según su nivel en todos los aspectos, pues el caballero en cuestión se limita a castigar al señor que lleva tantos años sacrificado para obtener una justa pensión, bueno, digamos que justa, pero eso ya es otro tema pues como les iba diciendo, el gran jefe se enfada mucho y qué hace? Pues que deja de hablarle, le deniega sus días personales, y un largo etc.. aumm me suena a acoso.. bueno.. dejémoslo ahí.

De modo, que se ha convertido el hecho en una batalla, caramba! Qué raro! Una batalla!…

Veremos quien gana, el tiempo lo dirá, seguro. Porque el que se merece un buen cachetón lo tendrá, y bien dado, un cachetón mudo que es el que más duele,,, si si.. ese. el silencioso, el que pasa sin ser advertido por casi nadie, siquiera por el propio castigador que notará un ligero aumento de sus transaminasas y un empobrecimiento de su orgullo, de su vanidad y de su ignorancia.


Y aquí acabo, no sin decir, que la vida no es eso que suena, no es eso que se compra, no es eso que hace que la gente se babee ante un superior, no es eso que la gente piensa que es un templo de vicios o de lujos, no! La vida es esa caricia en tu rostro y es ese beso entre tus manos.. la vida es eso, la vida : la puñetera y preciosa y diminuta musiquilla que te acompaña siempre, cada amanecer…

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