Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

martes, 15 de marzo de 2022

El señor ciruela.

 


De modo que cuando salía a la calle llevaba un sombrero de copa, paraguas, un bastón, unos guantes, y una pipa. Una canción de cuna y chocolate.

El señor ciruela era muy viejo, mucho, mucho. Llevaba en este mundo un siglo.

Era muy atento. Saludaba a todo el mundo, inclinando un poco la cabeza.

Caminaba de un modo particular: saltitos aquí y allá. Le gustaba la vida por eso lo hacía.

También le gustaba la manzana caramelizada, onzas de chocolate, tanto que llevaba los bolsillos repletos.

Las papa bravas era lo que más le gustaba. En el bar de Armiñando siempre había.

Un día se fue de este mundo, se fue muy feliz y sonriendo.

Agradecido con todo.

Pero con los bolsillos llenos de onzas de chocolate.




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