Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

lunes, 7 de septiembre de 2020

Claudine

 

¿Quién se detiene a observar una roca?, pensó Claudine. Una roca con elegancia. Un color ocre con pinceladas rojas su color, y a veces, si los rayos del sol apuntaban directamente parecía un diamante enorme. Pero allí estaba, admirando la gran roca, que aún sin erosionar resaltaba no por su forma redonda, sino por terminar en pico. Amén de todo eso en esas horas de perplejidad y admiración, nada se escuchaba más que el canto de algún gorrión.

De modo que, no renunciaría de ningún modo al rato tan complaciente para ella. Se habría preguntado cuánto tiempo llevaría ahí, como un guerrero altivo, o, como una diosa del Olimpo. Sin embargo permanecía mayestática. Con un promontorio de siglos. Pensar que hubieron otras culturas que, quizás y de igual modo se detuvieron para adorarla, o incluso para ofrecer sobre ella sacrificios de toda índole. 



Por cualquier extraño motivo, Claudine no dejaba de ver aquel espectáculo de la naturaleza, y las luces de la ciudad en la noche, desde arriba, parecían miles de luciérnagas revoloteando. 

En la salita luce la roca en lo alto de la chimenea, bordada de trazos, en un lienzo.




2 comentarios:

  1. Es un buen motivo para la inspiración: "la roca, la chimenea, el ambiente..."
    Un abrazo en la tarde.

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