Se
preguntó años después si aquellas imágenes de colores reflejadas
en el techo de la habitación fueron una visión de niña, o por ende
eran algo real.
Porque
cuando una es una niña el mundo se ve de forma diferente.
Un
patio de geranios y helechos era una selva.
Un
huerto era un territorio enorme, como si allí hubiera una
civilización entera: Hormigas, panales de abejas donde vivían los
poderosos, y hasta un flota de barcos de papel, que surcaban cada día
la tierra mojada, con sus lagos y sus ríos…
Se
había preguntado también si la abuela había venido de algún
sitio especial, un lugar donde habitaban las mariposas blancas, y
radiantes, o pintadas de azul, o, un ocre, de ese ocre que se alza en
el horizonte, cuando el Sol quiere despuntar. Porque, era tan bonita;
tenía una trenza alrededor de la cabeza, una trenza negra como la
pez. Unos ojos verdes oliva, y la sonrisa, la sonrisa, un pequeño
trozo de pan con aceite y miel bordando sus labios. Era una diosa.
Pero
aquella habitación solariega expuesta al mundo era única. Los
sueños se vivían de día y no de noche. Un día, inesperadamente,
el techo se llenó de manchas de colores, como cuando alguien se
dispone a pintar un lienzo.
Las
manchas se diluían y difuminaban a medida que pasaban los minutos,
era un espectáculo grandioso ver todo eso desde la cama de sábanas
bordadas, una perceptiva perfecta.
De
modo que, el amarillo más rojo resultaba naranja.
El
azul con el rojo resultaba violeta.
Amarillo
y verde, verde pistacho. Y así sucesivamente. Con lo cual una fuente
luminosa emergía y explosionaba rompiendo esquemas, explosionaba
tan gratuitamente, que cualquiera que estuviera admirando ese
fantástico regalo, se quedaba paralizado, con la boca abierta y los
ojos zigzagueando una esquina, otra esquina, y otra.. tratando de
grabar todo sin dejar escapar nada que no estuviera oculto en el
techo.
También
se preguntó donde habrían ido a parar aquellas gafas chiquitas que
se quedaron en la mesita de noche el día en que la abuela se fue de
este mundo y de aquella habitación mágica...
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