La
quilla de un barco, eso había pensado cuando se fijó en el receptor
de solicitudes que se hallaba al lado del ordenador. En esos mismos
instantes y con la música de fondo de un tango, recordó la historia
de Isabel, cuando tuvo que ir al muelle a despedir a su hermano para
la guerra, para una guerra de niños que llenaban el barco, algunos,
lloraban.
Lloverán
obuses, pensó Isabel, lloverán sobre sus cabezas y destruirán sus
vidas, todo se borrará en sus memorias y las secuelas serían
espantosas en los pocos que habrían de volver. Entre ellos, con
suerte, regresaría su hermano, su adorado hermano, con un cabello
rizado y con un bigote bien lustrado; probablemente llegaría a
tierra con la vieja mochila a un lado del cuerpo, quizás con una
sonrisa o tal vez, con la cabeza en otro sitio. Las guerras son
crueles, y casi nadie que vuelve viene igual que antes, nada más
basta observar los rostros alicaídos, amarillentos. Los ojos no
tienen vida, ahora son opacos, y dentro de ellos se quedan por
siempre los fantasmas que cada noche rasgaban los cuerpos, roían
como ratas sus oídos, y las llagas se multiplicaban en las piernas
,y en los brazos y, en la comisura de los labios. Era una plaga
infernal que se cernía sobre ellos y también en las casas y en las
iglesias.
Las
personas se vuelven enemigos de sus mentes, mascan todo lo malo que
resuena en sus cabezas; enloquecen de hambre y de miedo en medio de
la insoportable situación, que, por una razón u otra se acomoda
dentro perforando hasta las entrañas. Regresó un día el hermano,
pero ya llevaba el puñal clavado muy adentro, y los días venideros
fueron tan malos como los de antes...Noches de insomnio y días con
pesadillas. Lo tendría con ella otra vez, pero marchito.
Volvió
a mirar el receptor de solicitudes y esta vez se había quedado la
niebla, solo eso, al fin y al cabo las cosas llegan a su fin...
Eso ocurre en las guerras y mucho más.
ResponderEliminarNadie gana y todos pierden.
Nadie es igual después de una guerra ni los que vuelven ni los que nunca se fueron, que también sufrieron las consecuencias.
Un abrazo.
Ambar
Gracias por pasar,
EliminarAbrazos de vuelta para ti AMBAR
Perfectamente hilado el título con el relato. La niebla que no termina de disiparse por los siglos de los siglos.
ResponderEliminarBesito amore
Cierto es...
EliminarBesos de vuelta para ti linda.
De entre la niebla surge el recuerdo y se trazan fantasías y realidades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Rafael siempre tan atento.
EliminarAbrazos.
Pide un deseo.
ResponderEliminar-Quiero que caiga una droga del cielo,
puro veneno,
que haga del mundo un lugar más ameno.
Y respirar, que entre bien dentro sólo con respirar.
Hoy adoptó versos de Robe. Porque no tengo palabras para semejante relato.
Besos siempre.
Si eso quiere decir que te gusta lo que quiero expresar, pues me alegro profundamente.
EliminarGracias por ese verso tan hermoso.
Besos siempre, siempre...
Cierto, nadie es capaz de disipar esa densa niebla, y menos, esos a los que no les duele.
EliminarBesos siempre.