Había pensado en dejarlo, el tener casi por costumbre un cigarrillo entre los labios, un vicio, que sin embargo para ella era puro entretenimiento, un juego, como cuando en algunas ocasiones convertía en puras jaretas la tela de la alforja, era cuestión de carácter el de ella: Ansiosa, algo creída y quizás un tanto provocadora. Pensaba que a las personas se las conoce por el modo en que caminan, o, por la manera de dirigirse al preguntar algo; un criterio que llevaba con convencimiento. La gente insegura se golpea una y otra vez la cabeza y los chichones crecen vertiginosamente, es una lástima verles por las calles, se decía. A pesar del jolgorio de la avenida a esas horas tempranas, a pesar de que el cartero llamase a su puerta, y que desde la agencia la hubiesen llamado repetidas veces por su ausencia en el trabajo, nada pudo evitar que tal día como ese, y a primera hora de la mañana se hallase mas dormida que nunca, y las jaretas en cascada por la colcha, y el cigarro pegado a su boca, y la muerte con ella...,
Y de todo era testigo esa colcha...
ResponderEliminarUn abrazo.
Realmente, si, Rafael.
EliminarOtro abrazo para ti.
Y la muerte con ella...
ResponderEliminarJo.
Momentos de vida, momentos de muerte.
EliminarBesos,. Xavi.
Gente social y adormecida. Triste y sentido.
ResponderEliminarComo siempre, un texto inigualable.
Abrazos siempre.
Gracias Gustavo, eres muy generoso.
EliminarAbrazos siempre.
Un triste final, mientras iba creando la colcha su vida tristemente acababa...
ResponderEliminarToda su arrogancia quedo truncada ..
Un calido abrazo
Gracias Snyder por pasar y comentar.
EliminarOtro cálido abrazo para ti.