¿Porqué
habría de coger el teléfono?, se preguntó.
Presumiblemente
sabría que no era el sonido de un teléfono, que probablemente fuese
la campanilla de la entrada a la casa, justo al lado de una
balaustrada, siquiera recordaba quién, en algún momento, habría
dejado aquella campanilla de viento y, que su tintineo había
provocado el pensar que alguien llamara, simplemente por preguntar
como estaba, o, por si en algún momento, alguien quisiera charlar un
rato, compartir un café, o quizás arreglar el jardín, que sin duda
alguna se merecía eso, ser arreglado, quitar hojas secas, remover la
tierra, y querer no dejar morir los pocos geranios que esparcidos,
parecían no querer secarse, un querer sobrevivir, como si corriera
la sangre por sus tallos. De modo que, decidió hacer todo eso en
soledad, si, realmente sacaría provecho de sus circunstancias, la de
que el timbre que escuchó, no era llamada alguna, que fue la
campanilla de viento, al soplar una brisa impronta provocada por las
corrientes de aire provenientes de las montañas picudas, envueltas
en un velo transparente de niebla.
Se
puso un mandil, unos guantes, y bajo dos escalones de piedras
redondas fundidas con el barro. Mientras apartaba la hojarasca,
recordó aquellos años de niña, cuando la abuela hacía lo mismo y
ella miraba y curioseaba: Habían gusanos, mariposas revoloteando, y
lo más que le gustaba era dejar que el agua que salía como un río
de la manguera, la empapara, era algo maravilloso, como un bautizo en
toda regla, un hermoso bailar entre aguas...
Quitó
todas las hojas secas, mimó los geranios, que, a medida que avanzaba
la tarde se veían de un color más intenso. (mimar, mimar, mimar)..
Cuando
terminó, se sentó en una butaca de tela vieja y descolorida por el
tiempo, y mantuvo en sus manos, una taza de café arábigo, que
guardaba para las visitas, o, siquiera sabía bien para que... Sintió
caricias tibias en ambas manos, sintió un calor especial.
De
nuevo volvieron los recuerdos, sorbía despacio, saboreando
instantes. El pasado y el presente, todo ello girando a su alrededor,
como un tiovivo. Comprendió al final que no le hizo falta aquella
supuesta llamada de teléfono, siquiera sentirse sola por eso. Y lo
mejor de todo es que vivió un largo momento a solas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario