lunes, 12 de diciembre de 2016

Un mal sueño



Por unos segundos deseó lanzarse desde el balcón. No podía soportar ni un momento aquella pasta pegajosa en su lengua y en casi todo el cuerpo.
Era desesperante. No atinaba a casi nada, no podía siquiera caminar normalmente. Era una momia, y ahí permanecía, solo en la habitación de hojas verdes y de entrecruzadas raíces. Se preguntó porqué habría de llegar a semejante lugar, él y los demás compañeros .Pero en realidad no pudo ver a nadie más, ni en la habitación, ni en ningún lugar de aquella casa acuchillada por los miles rayos de sol que se colaban incesantes, como si en vez de una casa pareciese un espectáculo de circo. Pudo ver a los domadores dibujados en las paredes, pudo ver al acróbata arriesgando la vida, sin el menor pudor; un payaso de cera que lo miraba fijamente, alargando la lengua y salivando, y con una sonrisa necia y con un dedo acusándolo.
Pero lo único que quería era deshacerse de aquella pasta gelatinosa que lo rodeaba. Tosió, como un último intento de que aquella feroz alimaña se despegara de la lengua, pero sólo consiguió que aumentara el grosor de la baba. Lloró, suplicó. Todos le dieron la espalda. Quiso salir de la casa ya con el rostro amoratado, pero el pomo estaba podrido, y delante de la puerta había un gran palo que la atravesaba, para que nadie pudiese entrar en ella. La muerte era inminente. Rezó pero con el pensamiento. Se acababa lo único que valía : La vida.
Gritó, aulló, brincó de la cama. Se miró al espejo y sonrió, ya era consciente de la pesadilla ingrata, pero la sonrisa, era tan débil... 

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