Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

martes, 26 de julio de 2016

El encuentro






Las gotas de sangre acabaron en el vestido. El alfiler se había clavado en la mano profundamente , tanto, que quedó en la superficie la perla irisada.

Dorotea perdió el color de la cara. Perdió el sentido, casi. El tren devoraba árboles, campiñas enteras, y ella apenas si podía levantarse del asiento y caminar por el pasillo para ir al servicio.

El vestido manchado y el rostro sin color. Se abstrajo por unos minutos aguantando aquella tortura de los demonios, porque enfrente se hallaba él; lo primero que le había llamado la atención fue su boca, carnosa. Luego recorrió su torso y terminó donde los dioses degustan uvas dulces y llenas de licor.

Renunció estoicamente la decisión de ir al servicio para aliviar el espantoso dolor, porque el alfiler seguía ahí, torturando, anclado a su piel y profundamente hendido.

No lo pensó y ella misma lo arrancó de un tirón, luego la sangre a borbotones se encaprichó en dibujar en sus muslos: Parecía un tatuaje.

Se quedó sentada y abrió las piernas soportando la agonía, pero insistiendo para llamar la atención de él. Y lo consiguió, porque ahora ya no sentía pena alguna, siquiera se acordaba del maltido alfiler. Aquella boca carnosa besó el rió púrpura y la lengua sin riendas se había ido justo al centro y no paró hasta la próxima estación.

Se despidieron. Él, en el andén, ella, sentada, con la perversa sonrisa...



6 comentarios:

  1. un buen relato, que quizás tenga una segunda parte, pues lo ambientó para seguir
    saludos

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  2. ¿No sería en el andén número 4?
    Ese alfiler me recuerda al punto álgido del despertar de la ignorancia, o lo que los otros llaman pubertad, pecado, lascivia.
    Eso que tanto amamos los que amamos la libertad.

    Por cierto ¿No estarían en el andén número 4?

    ¡Cómo introduces sentimientos!

    Besos siempre...

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    Respuestas
    1. Quizás Gustavo, nunca se sabe lo que hacen nuestros personajes mientras nosotros dormimos...

      Gracias y besos siempre...

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  3. Vaya... realmente he sentido tensión en todo el relato hasta el final dónde he podido relajarme de nuevo. Me ha gustado mucho llegar hasta este blog, es totalmente increíble cómo juegas con las emociones en tus relatos. Estaré leyéndote!
    Un beso

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