domingo, 31 de julio de 2016

Latitud

No era un campo de asfódelos lo que me llamó acusadamente la atención. Eran rocas, pequeñas rocas al lado de los pinos.
Erosionada se hallaba una de ellas y dentro abarcaba un lago de agua, como si en verdad la roca recogiera conscientemente el agua de lluvia de la noche anterior, pero el agua que cae de las ramas de los pinos, si, esa que parece una lágrima gigante y detrás de esa lágrima, otra y así hasta formar un lago en la panza de la pequeña roca.
Pero lo que  me dejó perpleja no era todo eso. No eran los pinos ni las pequeñas panzas de algunas rocas negras de lava, no. De ningún modo había sido eso.
A una se le detiene el corazón y se olvida de respirar o viceversa, cuando atina a ver a dos tizones pequeños y no sólo eso, a muchas abejas, todo juntos, todos acudiendo al lago para sorber el agua. Qué divina sonrisa y qué manera tan sencilla y difícil de descubrir a los años de una, otra vida, otro mundo.
Cada cual iba a por lo necesario: Los lagartos abrevaban y siquiera se detenían unos segundos para, con sus lenguas recoger todo el líquido cristalino y fresco del lago y componía el trasiego de ellos. De los lagartos y las abejas, que supuestamente necesitaban el pequeño lago, para hacer la miel. Iban y venían, iban y venían. Todo un mundo al lado del mío, justo a mi lado: Un mundo paralelo.

6 comentarios:

  1. ¡Hola, María!
    Si hay una cosa que me gusta al leer un texto es ambientarme bien, ponerme (en la medida de lo posible) en los pies del escritor par así, acercarme también a sus sentimientos.
    Algo que caracteriza al ser humano es el ego,las ganas de ser el centro del universo, y precisamente dentro de ese universo, como aquel que dice, no somos nada. Es genial cuando nos damos cuenta de ello.
    Un beso <3

    ResponderEliminar
  2. Gracias Beatriz. Un placer que me visites y que opines también.

    Un beso :)

    ResponderEliminar
  3. y si mis pasos se calzan lodos
    Me las intento apañar
    Comiendo de cielo
    Bebiendo en los charcos
    Clavando en mi retina tu cuerpo.
    Y bajo la encina del monte
    Tiendo tus besos para echarme a dormir
    Si me engaña la noche.

    Al alba acaban los sueños
    Y me despierta el nuevo día
    Con los sabores de una alegría
    Para compartir.

    El recuerdo de una sonrisa.

    Me agarro a la cola del viento
    Con fuerza la acuno en mi pecho
    Para que me sirva de guía
    Y me lleve junto a tí.

    Besos siempre.

    ResponderEliminar
  4. Me alegra mucho que te haya servido de inspiración..

    Es precioso.

    Besos siempre.

    ResponderEliminar
  5. Amiga qué lindo. Tus ojos miran con el alma y tus dulces dátiles escriben maravillas.
    Besitos a montones

    ResponderEliminar
  6. Y tú que linda eres, lopi.

    Besos y más besos.

    ResponderEliminar

Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...