Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

viernes, 6 de noviembre de 2015

Existencia imaginaria




Debió ser en la madrugada de la noche del miércoles, pensó, mientras leía las noticias, y al mismo tiempo un alto para perder la mirada en el horizonte plagado de gaviotas tan diminutas como los confetis. Y es que a veces la oscura penumbra juega malas pasadas dijo en voz alta. Había terminado el café y tomado el vaso de agua. En aquel hermoso paisaje, junto al rio grande,y las casas holandesas con sus balcones llenos de flores, sucumbirían asombrados de tanta belleza los allí presentes y los caminantes, pero siquiera hizo el ademán de levantarse, la curiosidad pudo mas y volvió a releer, se acomodó nuevamente en el mimbre blanco. ¿Desea alguna otra cosa señora?, dijo que no, ajustando su blusa, sin quitar la vista del papel, porque se había interesado especialmente en ese suceso, porque las imágenes les eran conocidas: La matricula del coche, el rostro de la señora, magullado; y sobre todo el zapato, el mismo que ella calzaba, a falta del otro.

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