La cocina olía
diferente dependiendo de la hora, a Marta le gustaba el olor de los
desayunos, el aroma se colaba por entre las puertas, y las
habitaciones se llenaban de una fragancia especial: Bollos, café,
mantequilla. La melaza se dejaba caer en las tostadas y los arándanos
adornaban hasta casi los picos del mantel. Afirmaba el ama de llaves
que el alboroto de muchachos y sus perros y sus gatos resultaba a
esas horas un vendaval de aire agitándolo todo, incluso, si en el
jardín se hubiera encontrado una goleta, ésta, se hubiera
zarandeado igualmente, y su velamen volado por los aires.
Cada cual iría a sus
tareas, los mas proclives a obedecer eran dos hermanos de piel clara
y pelo rubio y Marta, una chica distraída y confusa desde el mismo
día de su nacimiento. Pasaron demasiados años y en aquella casa
situada enfrente de un lago, pero dividida por un gran muro cubierto
de lechosas ramas entrecruzadas, solo quedaban los hermanos de piel
clara, ya con el gesto murrio y demasiadas arrugas, y Marta, (Ya casi
con el siglo en sus espaldas) tantas las arrugas de ellos tres, que
podrían servir de abrigo en invierno; pero lo terrible de todo
aquello es que el miedo de las criaturas durante su infancia, el
poder de anular a las personitas desde chiquitas para obviar lo
evidente, los azotes y las humillaciones por parte de las cuidadoras,
no dejó que sus ojos no pudieran ver mas que esa pared cubierta de
ramas, que creían atisbar desde sus ventanales, y tampoco, sus ojos
ni sus oídos escucharon los barquichuelos desplazándose por entre
las aguas y el chapoteo de las avanzadillas hasta llegar al otro
extremo de la ciudad; por lo tanto se quedaron para siempre en sus
habitaciones abrazando los días ilusorios de sus vidas y sus
desayunos.
Triste, muy triste. A veces es emotivo y necesario el estar sólo aún rodeado de gente, pero es muy triste no querer o al menos intentar rozar el viento, volar libre, salir a la vida.
ResponderEliminarBesos siempre.
Muy enternecedor.
Gracias Gustavo. Siempre tan amable, siempre.
EliminarBesos siempre.
El tiempo no tiene piedad.
ResponderEliminarCasi los mató ya.
Besos.
Besos para ti también, Xavi.
EliminarQué mayor espiración que perpetuar se, como aromas y sabores de siglos, allá donde reina un único eterno testigo: el tiempo que no envejece...
ResponderEliminarEn encantan estos relatos vivos..., María
Abrazo
Gracias Pilar. Un bello comentario el tuyo.
EliminarAbrazos
A veces suele suceder eso con "tanto protección", otras, sin embargo...
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Rafael. Un placer tu visita
ResponderEliminarAbrazos.
Es verdad, que a veces dejamos de apreciar lo magnífico y maravilloso, incluso evidente, por enfocar demasiado un punto que en verdad no merece toda nuestra atención. Y nos perdemos la vida a ratitos.
ResponderEliminarBesitos mi amiga
Mas o menos es eso que dices amiga linda.
ResponderEliminarBesitos y feliz fin de semana.