Que el tiempo se detenga para esa señora que toma café y anota en su
cuaderno, es algo extraordinario. Es una virtud hacer que desaparezcan ciertas
cosas además de detener el tiempo; por ejemplo, los coches que en ese momento
cruzan la avenida, esas señoras que pasan vociferando y enarbolando las manos
de tal modo que pareciera una lluvia de confetis arrojada al cielo. Cada berreo,
lluvias y lluvias de confetis. Es como si el banco donde permanece anotando esto
y aquello la acogiera confortablemente con la calidez de un hermoso madrigal de
versos. Son momentos circunstanciales esos, los que se advienen y se quedan, los
que paran el tiempo. De modo que prosigue anotando y aseverando con la cabeza
con la idea de que este o aquel asunto
sería lo mejor, el más acertado; distante de todo lo que en esos momentos
estaba sucediendo alrededor, una abstracción propia de ella, realmente una
mujer interesante, imbuida en ese caracol que contenía un espacio de tiempo
estático, provocado por ella, por nadie mas, porque todo cobraba vida y sucedía:
Los buses, las personas arriba y abajo de la calle, aquellos niños con el
profesor en una pequeña excursión por la ciudad, nada de eso habría de hacer
que el café, el banco que la acoge apartándola de todo, el blog de notas, dejaran
de permanecer en ese otro lado, lo intemporal. A vista de pájaro, ella, y sin embargo
tan lejos de lo cotidiano…,
Muchas veces pensamos esto mismo, "que el tiempo se detenga..."
ResponderEliminarUn abrazo.
Cierto,..
ResponderEliminarGracias siempre Rafael
Abrazos para ti también
Una instantánea perfecta.
ResponderEliminarBesitos!!
Besitos de vuelta, guapa.
EliminarComo me gustan esas abstracciones.
ResponderEliminarCuando pueda viviré en una de ellas.
Besos.
Cuando tu quieras será, Xavi.
EliminarBesos.