lunes, 10 de octubre de 2022

A veces me canso

 



A veces me canso de llevar los bolsillos repletos de historias.

Y me acuerdo de aquel día en que renuncié a ser un poco yo, para regalar tanto. Regalé unas cuantas noches de insomnio porque tengo que decir que me hacía falta dejar noches en vela en manos de la madrugada. Calancha ha sido mi musa de la vida, por decirlo de alguna manera, Calancha viene y va, y si necesito rezar un poco a escondidas, viene y se queda conmigo.

Calancha no es un ser visible, es tangible en mis sueños. Es musa y madre, yo siempre he estado convencida de ello. Es una madre inmensa que siempre se ha quedado conmigo. A veces pienso si yo realmente me merezco tener una madre tan espléndida y sensible, pero luego me digo a mí misma. ¿Y porqué no?. Al fin y al cabo soy humana, cargada de errores ,y cargada de dones.


He regalado juventud a la vida, así sin más, sin pensarlo. Estuve un buen tiempo donando juventud a los días y a las noches. Y de veras que no está nada mal. Una ni cuenta se da que aquellos montones de días regalados de mi vida, la piel y los huesos se lastiman bastante. Se oxida hasta el pensamiento. Pero como no duele, una ni se entera. Más son las cosas que duelen aquellas bofetadas que te da, por ejemplo una mañana de frío invierno cuando al salir al portón un aire repelente te duele en las mejillas, o también alguien que pasa por tu lado y siquiera te conoce. Y es que a veces estamos tan ciegos.

Pero como han pasado tantas primaveras y tantos inviernos, otoños y veranos, pues la verdad es que yo a veces me canso.

Y no quiero que se me olvide los besos que he regalado, y cestas y más cestas de lunas enteras, y de soles, y qué curioso que ahora me acuerdo que hubo un tiempo que regalé un río caudaloso lleno de peces plateados. Calancha tuvo que ver mucho con todo eso, ah! Calancha mi musa eterna. Mi madre, mi amiga Calancha, que tantas veces se adentra en mi hogar y rocía un poco de agua de río limpio y entonces todo es paz, sosiego, hasta me duermo como un niña.

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