Se habría excluido del grupo. Tratándose del asunto, lo hicieron por miedo más que nada.
Miedo a tenerla con ellos, a convivir, esperar su reacción y cómo hubiera reaccionado con lo cometido.
El individuo por lo general siente pavor ante otro que alcanza cuotas infinitas en cuanto a inteligencia y modo de hacer.
Probablemente sería una asesina, o quizás no.
-¿Vampiresa?, dijo alguien.
Eso provocó una carcajada de la jefa de mando, tanto, que tuvo que escupir un trozo de fruta por no ahogarse.
Y es que la manada no quería a un ser tan bello, proporcionado de unas dotes infinitas.
De modo que Erina se refugió en una vieja casa a otro lado de la ciudad.
Pero tuvo que dejar las alas fuera por la pequeñez de la vivienda.
Se sintió desnuda sin ellas. De vez, en cuando, las veía desde la ventana que daba al porche.
Pasaron dos semanas, Erina recogió las alas y se fue para atravesar el bosque. Tenía hambre. La sangre de dos ciervos le bastó.
Sabía perfectamente que la manada la necesitaba. Esperó tranquilamente con una sonrisa irónica.
El aire cada vez más contaminado, las guerras duraban décadas dejando el caos.
Los humanos vivían menos. La Tierra era otro planeta: gris, obsoleto, desierto.
Supieron que se acercaba por su olor: incienso, sangre, hibisco.
Suplicaron que volviese y dijo que si.
Pero con una condición.
A cambio de acabar con el desastre :un par de alas más y ser nombrada jefa de la manada. La vanidad estaba incluida. Vanidad es una distinción propia de los humanos, aunque también de Erina.
Fue concebida por un humano y un ser divergente.
Amaneció después de dos años: limpio de oscuridad, paz infinita.
Cortar de raíz le decía su abuela, con palabras contundentes.
¿Un té?, no, dijo.
Quiero tu sangre, volvió a decir.
Y sí, era una asesina, una hermosa asesina.
A ver, mejor hermosa que fea eh... no nos engañemos.
ResponderEliminarAcompanhando serenamente
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Saudações cordiais.
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Pensamentos e Devaneios Poéticos
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