Aún
en el desastre que causa un bombardeo en una ciudad matando
personas, quemando casas, destripando ilusiones, aún con tanto
dolor, puede quedar allá, en la cima de una pequeño monte, una fila
de retamas, un pequeña plantación de romero, o de lilas. Y es que
la vida es ese sentido del que nunca se tiene consciencia del todo,
la vida es lo que hacemos mientras tanto; es una frase que he leído
por ahí, o algo así dice. El caso es que en parte es cierto, aunque
la certeza nunca es probada, es mi opinión, la aprobación de
cualquier cosa es algo poco tangible, algo probable, como cuando dos
realidades se enfrentan ¿Cual de ellas es real? ¿Qué es la realidad?...
De modo que nadie unge heridas, nadie es fiel al esclesiastés,
siquiera se tiene la certeza que el hombre sea capaz de asumir el
caos, o, la felicidad; realmente esos lirios, o esa fila de retamas
puedan crecer a pesar de los enfrentamientos, de sesgar las vidas de
los demás, podría decir que el caos, es realmente lo que sucede al
rededor, la causa y efecto de todo.
Por
lo tanto, mientras alguien muere, viene al mundo una criatura.
Mientras se bombardea sin piedad algún un pueblo, la causalidad se
adviene, quizás por capricho o locura, o devaneo, pero lo insólito
es que mientras agonizan voces y gritan hambre, y se devastan
hogares, puede surgir de la nada lo más hermoso, lo simple, es decir
la vida y el caos de ella misma.
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