El violín resuena más
alto que nunca. Se hace eco en todos los rincones, en cada bosque
pintado de azul, en lo alto de los tejados, en
aquel barco que ahora iza las velas, que parecen alas de ángeles…
Llora, ríe, las cuerdas se afinan solas. Ahora un estruendo se oye,
es una danza del diablo, o una danza de dios, o de krishna
Qué
hermoso verlo ahí con sus manos jóvenes y blancas, ante la ventana
abierta, sin cerrojos, sin vidrios, si, !él es intrépido!, y apenas
si se puede ver bien el recorrido de sus dedos en las cuerdas porque
es veloz, tanto como un meteoro . Es el el David de Miguel Ángel
Buonarroti. !Es perfecto! !Es hermoso! Es de los mundos de los
dioses, es una leyenda viva, una perfecta combinación entre un
hombre y un genio. Es un todo. Mayestático permanece como si se
fusionara con la música que sale en jirones, trastabillando,
queriendo escapar de lo rutinario, de lo absurdo, de un mundo que
aburre: Ignorancia, torpeza. Una sociedad que no esculpe, !solo
fustiga!
!Do.
Re. Mi. Fa. Sol. La. Si. Do. Re.! Ahora más impetuoso, ahora más
suave… Precisión, astucia, benevolencia, humildad, envuelven la
estancia, es el sabor y el olor que impregna todo, como cuando las
magnolias, las lilas, en un remoto jardín de dentro…
Perfecto,
si! El mundo se ha iluminado! .
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