Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

lunes, 23 de noviembre de 2015

A veces el encierro





La cocina olía diferente dependiendo de la hora, a Marta le gustaba el olor de los desayunos, el aroma se colaba por entre las puertas, y las habitaciones se llenaban de una fragancia especial: Bollos, café, mantequilla. La melaza se dejaba caer en las tostadas y los arándanos adornaban hasta casi los picos del mantel. Afirmaba el ama de llaves que el alboroto de muchachos y sus perros y sus gatos resultaba a esas horas un vendaval de aire agitándolo todo, incluso, si en el jardín se hubiera encontrado una goleta, ésta, se hubiera zarandeado igualmente, y su velamen volado por los aires.

Cada cual iría a sus tareas, los mas proclives a obedecer eran dos hermanos de piel clara y pelo rubio y Marta, una chica distraída y confusa desde el mismo día de su nacimiento. Pasaron demasiados años y en aquella casa situada enfrente de un lago, pero dividida por un gran muro cubierto de lechosas ramas entrecruzadas, solo quedaban los hermanos de piel clara, ya con el gesto murrio y demasiadas arrugas, y Marta, (Ya casi con el siglo en sus espaldas) tantas las arrugas de ellos tres, que podrían servir de abrigo en invierno; pero lo terrible de todo aquello es que el miedo de las criaturas durante su infancia, el poder de anular a las personitas desde chiquitas para obviar lo evidente, los azotes y las humillaciones por parte de las cuidadoras, no dejó que sus ojos no pudieran ver mas que esa pared cubierta de ramas, que creían atisbar desde sus ventanales, y tampoco, sus ojos ni sus oídos escucharon los barquichuelos desplazándose por entre las aguas y el chapoteo de las avanzadillas hasta llegar al otro extremo de la ciudad; por lo tanto se quedaron para siempre en sus habitaciones abrazando los días ilusorios de sus vidas y sus desayunos.



10 comentarios:

  1. Triste, muy triste. A veces es emotivo y necesario el estar sólo aún rodeado de gente, pero es muy triste no querer o al menos intentar rozar el viento, volar libre, salir a la vida.

    Besos siempre.

    Muy enternecedor.

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  2. El tiempo no tiene piedad.
    Casi los mató ya.

    Besos.

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  3. Qué mayor espiración que perpetuar se, como aromas y sabores de siglos, allá donde reina un único eterno testigo: el tiempo que no envejece...
    En encantan estos relatos vivos..., María
    Abrazo

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  4. A veces suele suceder eso con "tanto protección", otras, sin embargo...
    Un abrazo.

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  5. Es verdad, que a veces dejamos de apreciar lo magnífico y maravilloso, incluso evidente, por enfocar demasiado un punto que en verdad no merece toda nuestra atención. Y nos perdemos la vida a ratitos.
    Besitos mi amiga

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  6. Mas o menos es eso que dices amiga linda.


    Besitos y feliz fin de semana.

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