Esa noche había dormido con su pijama favorito dibujado con pequeños carruseles encadenados desde el cuello, hasta el borde que llegaba a los pies.
Cuando abrió los ojos se le encogió el alma, alguien le había robado el cielo.
Su cuerpo se hizo un ovillo y no paró de llorar, hasta que de nuevo empapelaron el techo.
Pues menos mal que lo empepelaron¡¡
ResponderEliminarBesos, pusieron fin a tanta amargura, me alegro bastante, si no hubiera abierto los ojos, no sé.
Lo importante es el final feliz y no el desarrollo de los acontecimientos, Besos.
Gracias Amapola por tu visita y agradable comentario...
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Muy tierno.
ResponderEliminarBesos.
Una cosa, al entrar en tu blog me advierten de que hay un contenido peligroso de GOEAR o algo así y que es software malicioso.
Gracias, Toro por la advertencia. Miraré por si mi equipo tiene virus, aunque tengo un antivirus bueno.
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El único contenido peligroso es el destino que de tu pluma y mano nos ampara. Yo tuve un carrusel como ese y recuerdo aún el acojone...Besos
ResponderEliminarGracias por la visita y comentario, Gustavo.
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