Se había quitado las botas, los guantes. El espejo habló y sin quitar la vista lo escuchó: "una gota de mar se había deslizado hasta los labios, atrapó la lengua el piélago del ayer conmocionando los rincones..."
Eyacular lo prohibido, apaciguar el deseo. El final estaba escrito desde el ayer.
Adiós!
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