viernes, 15 de junio de 2018

De los placeres






Sentirse abrazada con un cruce de miradas, resplandece el sol. Supura el deseo…
Jazmines en los tobillos, el velo se desprende y cae a la Baluch roja, el cuerpo se contonea, son las ondas de arena del desierto, son pechos dorados que ahora se besan con la suavidad del mejor de los afeites, se desliza la lengua zigzagueando y bordea la areola bronce, un gesto, placer, la alcazaba se cubre del gris plateado de la tarde, rezuman los cuerpos, gota, a gota, el abrasador deseo, brillan los muslos, delicada piel, el roce de las manos de él hasta llegar a la fronda del helecho, huele a azahar. Se agita el cuerpo tendido, vuelve un beso al ombligo donde reposarán las gotas de él, como un oloroso perfume. El rags baladi comienza, la pelvis es una serpiente que vibra, acercando aún más los labios, la lengua, susurros, pliegues de piel encontradas y acariciadas, un devenir de dos.

El recreo de sus juegos se ralentiza, palmo, a palmo, un gemido se escapa de ella, otro beso, y otro, y otro, Shhhhhhhh... con la palma de la mano cubre los labios sedosos, sigue la celestial danza, ahora suspiros, ahora gemidos, ambos cuerpos agonizan, se cruzan las piernas, el sudor es la saliva de ambos, cimbrea el ombligo, ese poso de virtudes. Es arrollada, embiste él, y se deja, se deja y aprieta, ya están unidos, se aviva el fuego, los brazos embellecidos de brazaletes se tienden en cruz, y vuelven para rodear el meloso placer de él, embiste, embiste y ella agoniza con él dentro, ahora rasga la baluch sus manos no pueden estar quietas, y no quiere, no quiere. Atenazados, amordazados, llega el clímax, se unen los labios se regalan los placeres, las lenguas, y otro clímax…

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