sábado, 30 de noviembre de 2024

Las tardes.

 


 En la azotea tenía plantados preciosos geranios. Si sobraba algún espacio, menta y perejil.


La luz del sol por la ventana al mediodía se reflejaba en el techo; me quedaba despierta contemplando el carrusel de luces recorriendo la habitación medio en penumbra.

Los martes, y miércoles el pastor visitaba la casa, y la oración culmina las tardes.

No hay día en que no recuerde aquel entrañable hogar. Cierro los ojos, y contemplo   la cajita donde sigue su sonrisa.


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