Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

jueves, 21 de septiembre de 2017



No quedan más que las sombras de los pájaros debajo del árbol,
Con sus débiles alas desplegadas, con sus picos cerrados…
No quedan más que las sombras en todas las tumbas, de los mares, de la tierra…
¡oh cuánta soledad! Interminable soledad…

Breve son los besos, los abrazos.. 
Breve el tiempo de los pechos que amamantan fantasmas.
No quedan más que los angostos caminos, porque los han devorado las máquinas de fuego.

Y quedan naturalezas muertas… ¡Oh, cuánta soledad!…
Un breve tiempo de suspiros se ha ido por aquella bahía.
No quedan más que espliegos del revés, lilas del revés… ¿Desatino? Si, una lucha absurda…

Breve, breve, pero asesino, aquel aliento que sopla, y destruye hogares, aún huele a soledad.
Por no quedar, no hay niños en la calle.. ¡Silencio! Alguien viene: Es un pájaro cansado.
Por no quedar, no hay techos. No hay zapatos, ni pies que los calcen. El ojo de un 
espantoso monstruo acecha y destruye…

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